La desafortunada ocasión para refundarse

ABC decide despedir de un plumazo al 52% de su plantilla: 84 pertenecen a redacción, 48 a administración y 106 a talleres. No creo que haya que remarcarlo, pero esto es una barbaridad y sobra que me extienda en expresar mi solidaridad con todos esos compañeros.

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Portada de hoy de ABC, que demuestra una honda preocupación social por el paro y su drama pero no hace referencia a sus trabajadores en todo el periódico.

Para quien sea periodista todo esto ya suena a manido, pero para quien no conozca esta profesión quizá le resulte útil saber que los periodistas somos extremadamente poco corporativistas. Las asociaciones de la prensa o no quieren o no pueden mojarse, y solo sirven para a cambio de una cuota tener descuentos en el tren y a lo sumo un jamón por Navidad. Si el asociacionismo no funciona, del sindicalismo mejor no hablamos. Quizá las cosas estén cambiando gracias a las redes profesionales y afectivas que se están desarrollando en Internet, aunque es algo aún minoritario y periférico.

También influye en esto que los periodistas somos seres extraños que creemos pertenecer a una categoría social que vemos de cerca pero que no es la nuestra, algo que deriva en confusión y evita que nos identifiquemos como grupo. Nos cuesta asumir pública y colectivamente que la mayoría de los periodistas son mileuristas explotados intelectualmente que se pasan el día interactuando con los centros de poder culpables de esa situación. Por mucho que resulte desgarrador cubrir ruedas de prensa donde bomberos, pilotos o funcionarios son noticia por protestas mucho menos ‘justificadas’ que las que podríamos emprender nosotros, hay algo que ejerce de freno. No nos unimos. No nos asociamos. No hacemos fuerza.

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Encima de todo eso, y sobre todo, está el clásico de los clásicos: perro no come perro. Salvo en excepciones muy excepcionales o derivadas de algún interés político, ningún medio de comunicación hará sangre con los despidos masivos o la situación laboral o profesional de empresas de su propio sector. Por si acaso. Por hacer un favor por adelantado, digamos. Para ilustrar esto rescato unas palabras del blog de Concha Caballero y que me ha recomendado una amiga:

“Cuando cierran una empresa, nosotros redactamos la información y, mejor o peor, se publica en nuestros medios de comunicación pero… ¿quién informará de nuestros despidos cuando nos lleguen?” – me dice un veterano profesional, angustiado tras conocer los despidos silenciosos de centenares de periodistas. La pregunta no tiene respuesta.

A la luz de este inminente despido masivo en ABC (antes vino ADN.es y antes Metro y antes 20minutos y antes …), cuesta enfocar la otra cara de este eterno debate. Pero la hay. Una cara que surge de vez en cuando en conversaciones como la que teníamos hace poco en el blog de David Martos: si los periodistas no somos capaces de luchar por hacer un periodismo más útil, de preguntarnos por qué y para qué somos periodistas y empeñarnos en perseguir unos objetivos sociales que tengan valor, la sociedad va a decidir que somos absolutamente prescindibles, sutituibles por un algoritmo o por lo que la tecnología sea capaz de desarrollar. No estoy hablando de los periodistas que están dejando de trabajar en diarios de papel para quizá pronto hacerlo en formatos digitales, que parece la evolución natural, sino que directamente el futuro, lo digital, quizá no les necesite para nada. No será solo culpa del mundo, también será culpa de que no hemos conseguido hacernos valer.

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Sigue Concha Caballero (los destacados son míos):

“Pero no se trata solo de puestos de trabajo sino del derecho a la información de la ciudadanía. Quizá, con estos despidos, estemos diciendo adiós también a los últimos vestigios de una profesión. Es posible que vivamos una nueva era informativa en la que se recorte aún más la capacidad y la autonomía de las personas que trabajan en la información. Tras el éxito cosechado por técnicos de telefonía que no tienen ni idea de para qué sirve cada cable, operadoras telefónicas que apenas entienden nuestro idioma, servicios de atención al cliente que no saben responderte si no formulas la pregunta tal como está en el manual que consultan, vendrá la figura de redactor informativo multiuso que copiará y pegará teletipos, relatará sucesos y ecos de sociedad o transcribirá comunicados oficiales.

Quizá no solo estén despidiendo periodistas, sino acabando para siempre con un profesión molesta, que a veces contrasta fuentes, que tiene opiniones, que escribe entre líneas. Lo único que salva a los medios de comunicación de caer en el simple mercantilismo o en la propaganda directa es la delgada línea roja de esos incómodos mediadores llamados periodistas y que ahora, gracias a la crisis y al individualismo feroz de esa profesión, pueden tener sus días contados.”

Lo dijo Javier Bauluz ayer en Factor Humano y lo publica precisamente hoy ABC:

“Hay muy buenos periodistas totalmente desaprovechados por los medios de comunicación, mal pagados y muchos de ellos abandonan la profesión por falta de apoyo suficiente, eso es un problema generalizado”

Las empresas informativas son tiburones sin escrúpulos que juegan con ideologías, vocaciones e intereses. Eso ya lo sabemos. Pero hagamos lo que esté en nuestra mano para que la profesión pueda refundarse después de esta doble crisis. Con ellos o sin ellos. Probablemente sea una de las últimas oportunidades.

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