Gabriel Rodríguez cuenta con que en pocos días le llegará un correo electrónico que no le va a gustar nada. La Real Academia de la Lengua Española se ha puesto al acecho en las últimas semanas de aquellas páginas web que usan o enlazan el contenido del Diccionario RAE, sus palabras y definiciones. Y lo está haciendo a través de los servicios jurídicos del Grupo Planeta, que edita y vende la versión del Diccionario en formato libro.
El correo que Gabriel teme recibir lo ha recibido ya Ricardo Soca, periodista, corresponsal en Uruguay de la agencia de noticias AFP y corresponsal durante siete años de El País. Sosa mantiene desde 1996 elcastellano.org, una web amateur pero con prestigio donde publica noticias o curiosidades sobre el idioma y sus variantes. Además, envía desde hace años a sus más de 20.000 suscriptores “La palabra del día”, donde desgrana la definición y la etimología de un término.
El 15 de septiembre Soca recibió un correo de Planeta “actuando en nombre y representación de la Real Academia Española” y exigiendo la retirada de determinados contenidos porque todo lo que no sea un “uso privado” del diccionario viola los “derechos de propiedad intelectual” de la institución: “la Real Academia Española es el único y legítimo propietario de la marca RAE y de la información contenida en la web rae.es”, se afirma.
Los abogados de Planeta le piden que elimine en concreto una sección en la que Soca compara las novedades ya publicadas de la 23ª edición del Diccionario de la RAE, prevista para 2014, comparándolas con la 22ª edición de 2001.
Para la RAE, este es un uso ilícito de su contenido puesto que se ofrece la consulta de parte del diccionario fuera de su web oficial y además de manera en que se altera la obra original. El correo de Planeta a Soca termina con un ultimátum en estos términos:
“En un plazo inferior a SETENTA Y DOS HORAS (72H) a contar desde la fecha del presente escrito:
1º CESE inmediatamente en el uso de la denominación RAE en cualquier forma, tal y como anteriormente se ha expuesto, retirando de su página www.elcastellano.org todos los contenidos citados anteriormente propiedad de RAE, incluyendo buscadores de cualquier clase y derivados.
2º ABSTÉNGASE de utilizar cualesquiera marcas, nombres comerciales y/o nombres de dominio que, directa o indirectamente, se asemejen o evoquen a las marcas titularidad de RAE y que, en cualquier caso, incluyan directa o indirectamente el término RAE.
3º INFÓRMENOS por escrito, de forma inmediata y completa del procedimiento de retirada y restablecimiento de la legalidad, dándonos garantía suficiente de que no volverá a producirse.”
Soca eliminó, no sin protestar airadamente en su página, los contenidos de su publicación. En una conversación por correo electrónico con Periodismo Humano, deja claro que el material que él publica es “gratuito y sin restricciones”, y que aunque en sus páginas hay “anuncios de Google”, afirma que apenas recibe unos céntimos por la publicidad que tiene en toda la web. Soca escribe libros sobre lingüística y da esporádicamente conferencias sobre la materia.
La advertencia que recibió Soca en su correo estaba enviada por un empleado de la Asesoría Jurídica del Grupo Planeta. El periodista uruguayo se puso en contacto telefónico con dicho departamento y, según la grabación de la llamada realizada por el propio Soca, el abogado le confirmó que Planeta tenía “una autorización expresa de la RAE para actuar en su nombre para retirar….”, en ese momento corta la frase y duda. “No ha sido la única página, hay más. Buscadores y sobre todo contenido editado por el Grupo Planeta pero perteneciente a la Real Academia”, continúa el técnico. Y Soca repregunta: “¿Ustedes tienen un poder de la Real Academia para actuar en su nombre?”. “Así es”, responden desde Planeta.
Esta estrategia, a la que Soca no duda en llamarle “intimación“, ha provocado indirectamente el cierre de otra página relacionada con la RAE. Esta vez se trataba de una “versión mejorada” para consultar del Diccionario Panhispánico de Dudas elaborada por Franz Mayrhofer, un hispanista colaborador del Instituto Cervantes (aquí su ficha profesional) en California.
Según nos cuenta Mayrhofer, “hasta ahora ni la RAE ni Planeta se han puesto en contacto conmigo”, pero el pasado martes 27 de septiembre decidió retirar su web por precaución ya que es “muy probable que a mi versión del DPD le pueda tocar el siguiente turno”. Lo que no sabe Mayrhofer es que, si alguna editorial le contactara, no sería Planeta sino el Grupo Santillana, pero con eso vamos luego.
A partir de ahora, solo los alumnos del centro de estudios donde trabaja Mayrhofer tendrán acceso al servicio a través de una página accesible únicamente desde el campus, cosa que no permitiría tampoco la RAE, cuyas normas de copyright son muy específicas en el “uso privado” que los lectores deben darle a sus contenidos. Mayrhofer nos asegura que no gana “absolutamente nada” con la aplicación.
Periodismo Humano se ha puesto en contacto con la Dirección de Comunicación de la Real Academia Española de la Lengua. Desde la RAE declinan hacer cualquier comentario oficial para intentar contener la llama que el cierre de la web de Soca ya ha encendido en algunas comunidades en Internet de aficionados a la lengua.
– Actualización 5/10/2010: La RAE ha hecho público un comunicado tras la publicación de este reportaje en el que insiste en que todo el diccionario es accesible de manera gratuita en su web oficial rae.es. Sin embargo, se afirma que ”lo que la RAE y las editoriales con las que trabajan las academias no pueden permitir, como titulares de los derechos de autor de las obras, es una utilización interesada de estos recursos. Tampoco son admisibles alteraciones en sus contenidos originales o prácticas ilícitas como sus volcados, parciales o totales, a soportes electrónicos ajenos a los nuestros y sin ninguna clase de autorización para llevar a cabo tales acciones”. —
Así que, ante la amenaza de una posible polémica, es probable que Gabriel no reciba ningún correo, al menos en los próximos días. Eso a pesar de que su página está dentro de todas las quinielas, incluso del tipo de páginas vigiladas por la asesoría jurídica de Planeta, según la confesión telefónica de uno de sus abogados.
Porque la web de Gabriel, Dirae.es, es un buscador donde puedes encontrar una palabra no solo en el índice de términos sino también dentro de las definiciones. Mejor con un ejemplo: si buscamos “tela” en el buscador oficial de la web de la RAE, la página nos lleva a la definición de la entrada “tela”, pero si buscamos “tela” en Dirae.es, nos muestra todas aquellas palabras definidas de alguna manera con “tela”. En este caso, 70 páginas llenas de vocablos:
rayadillo. 1. m. Tela de algodón rayada.
tirela. (De tira, pedazo de tela o papel estrecho). 1. f. Tela listada.
camelotón. 1. m. Tela bastante parecida al camelote
rasoliso. 1. m. Clase de tela de raso.
(…)
Rastreando las definiciones tenemos acceso a cientos de términos poco conocidos, a cientos de formas de llamar a diferentes tipos de tela o elementos relacionados con lo textil. “Escogiendo bien los términos de búsqueda”, se dice en la página, “Dirae puede servir también como tesauro asociativo, buscador etimológico, buscador de sinónimos, buscador de categorías gramaticales y otras funciones lexicológicas”.
De cada término solo aparecen las primeras palabras de la definición. Para leer el resto, hay que ir a RAE.es a través de un enlace. Sin embargo, esta fórmula de cita y enlace tampoco es aceptada por la política de copyright de la Academia.
“Queda prohibida la introducción de enlaces que faciliten el acceso directo a cualquiera de los contenidos de los sitios web de la RAE, salvo en el caso de que se utilicen los procedimientos que la RAE implemente para ello”, dice el Aviso Legal de RAE.es.
En defensa de Dirae, su autor explica que “hace exactamente lo mismo que buscadores como Google”. Es decir, “busca en los contenidos de los sitios, muestra un extracto del texto coincidente y enlaza a la página”. De hecho, si usamos Google podemos hallar resultados muy parecidos de “tela”. ”Con la diferencia”, dice Gabriel Rodríguez, “de que Dirae no tiene publicidad y no genera lucro alguno, al contrario que Google o Bing. Pero claro, la carcajada que produciría una amenaza de Planeta a Google se escucharía en todo Mountain View”.
En 1995 se editó el primer CD oficial donde venía incluido todo el diccionario de la RAE. José Antonio Millán, su autor, define herramientas como Dirae.es como ”utilísima” porque “da al usuario del diccionario pleno control sobre lo que quiere conseguir de él, en vez de que se limite a buscar definiciones”. Millán recuerda a continuación en su blog que “estas posibilidades que ofrece Dirae estaban ya presentes en el primer CD-ROM” pero “luego desaparecieron de las siguientes versiones”. Estas funciones eran “tan útiles”, asegura Millán, que “muchos estudiosos han mantenido instalada esta versión en sus ordenadores”.
De la reflexión de Millán y otros autores se desprende que, mientras que la web del diccionario de la RAE es tosca y poco usable, alternativas sin ánimo de lucro como las de Franz Mayrhofer o Gabriel Rodríguez ofrecen, por un lado, una experiencia más agradable y, por otro, servicios que directamente la RAE no desarrolla.
¿Debería la RAE permitir el uso sin ánimo de lucro de sus bases de datos, sus definiciones, sus normas? ¿Debería permitirlo incluso con fines comerciales? Todo este asunto sería un debate sobre la propiedad intelectual de lo público, parecido al que suscitan las políticas de transparencia, si no fuera porque el ecosistema de la Academia no es meramente institucional.
En el texto
✦ ¿Qué tiene que ver el Grupo Planeta en todo esto?
Espasa Calpe, empresa del Grupo Planeta, ha sido la editora del Diccionario de la RAE y otras obras (Gramática, Ortografía…) durante más de 80 años, con cuya venta recauda una buena parte de sus ingresos. La última edición del DRAE, de 2001, que puede comprarse por unos 50 euros en cualquier librería, pudo constituir el 40% de la facturación de Espasa ese año.
Periodismo Humano se ha puesto en contacto con el Grupo Planeta para conocer su versión de los hechos y qué interés tiene la empresa en perseguir supuestas infracciones del copyright en el ámbito digital cuando su negocio son los libros. Los portavoces de Planeta también han rehusado a contestar y, preguntados por el beneficio que la editorial obtiene de la edición del DRAE, mantienen que “los acuerdos entre el autor, en este caso la RAE, y la editorial no son públicos”.
La relación Espasa – RAE se tambaleó en 2004, cuando se concede a Santillana (Grupo Prisa) el derecho de publicación del Diccionario Panhispánico de Dudas, el Diccionario del Estudiante y de la edición conmemorativa de El Quijote, entre otras obras. De ahí que Mayrhofer no deba temer a un correo de Planeta sino en todo caso de Santillana. Antes de que se produjera ese gesto, el director de la Academia hasta 2010, Víctor García de la Concha, había abandonado Espasa, donde dirigía la colección Austral y la revista Ínsula coincidiendo con su etapa como académico.
✦ La RAE: mitad pública, mitad patrocinada
La Real Academia Española, fundada en 1713 por el Marqués de Villena bajo el reinado de Felipe V, se define como “la institución encargada de velar por el buen uso de una lengua (…) patrimonio común de casi 500 millones de hispanohablantes en todo el mundo”. Técnicamente es una corporación pública, es decir, y según la propia definición del Diccionario RAE, una organización “que establece la ley para encomendarle funciones públicas”. Para que nos entendamos: como Televisión Española (TVE).
Sin embargo, del presupuesto de la RAE en 2011, unos 6 millones y medio de euros, solo 3 millones y medio, poco más de la mitad, procede de dinero público, de la partida que anualmente aporta el Ministerio de Educación. Además, tiene un edificio cedido por el Gobierno de España situado en los números 187 y 189 de la calle Serrano de Madrid y su sede central junto al Parque del Retiro fue construida especialmente para la Academia en unos terrenos donados por la Casa Real a finales del siglo XIX.
El otro 50% de la financiación es privada y entra en la institución a través de la Fundación pro RAE, precisamente creada en 1993 para “canalizar la ayuda” de la sociedad civil. El presidente de honor de la Fundación pro RAE es el Rey de España y en el patronato están, entre otros: Emilio Botín, presidente del Banco Santander; César Alierta, presidente de Telefónica; Antonio Brufau, presidente de Repsol; Francisco González, presidente del BBVA; Juan Manuel de Mingo, consejero de El Corte Inglés; y así sucesivamente los presidentes o altos directivos de Iberdrola, Vocento, Caja Madrid, IMB o Endesa. También figuran el presidente de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, o el de Murcia, Ramón Luis Valcárcel.
La mayoría de las empresas representadas en el patronato figuran también dentro del listado de “benefactores” de la Fundación, que aportan donaciones de diferente cuantía: hay bancos, empresas de energía, colegios profesionales, grandes consultoras y, entre todas ellas, la Fundación Santillana y la editorial Espasa-Calpe. El hecho de ser benefactores de una fundación de estas características les permite acogerse a desgravaciones fiscales en el Impuesto de Sociedades, entre otros privilegios.
A estas donaciones de los benefactores hay que sumar el mecenazgo de proyectos concretos, como el libro Nueva gramática básica de la lengua española, patrocinado por Mapfre y que presentó hace unos días la Infanta Elena; u Ortografía de la lengua española, patrocinado por Inditex.
Uno de esos proyectos que se esperan para 2011 es el Portal Académico del Español, precisamente una gran página web que dé acceso a todos los diccionarios de la RAE, incluídos el DRAE y el Panhispánico de Dudas, y que saldrá adelante con el patrocinio de Telefónica.